Vivimos unos tiempos en los que toda la actualidad parece estar focalizada en el COVID-19 y sus repercusiones. Pero a nadie se le escapa que detrás de toda esta tragedia, y más allá de su carácter humano, hay un trasfondo económico que está cambiando el panorama económico mundial. Un pulso entre las dos naciones más potentes del orbe. Una balanza que empezó a temblar hace ya algunos años y que aún está lejos de decantarse, aunque de momento, parece que presenta un claro vencedor.

Todo empezó con el pollo…

En noviembre de 2019, China levantó su prohibición a la importación de pollo desde Estados Unidos, una medida que estaba en vigor desde 2015 después de un brote de influenza aviar altamente patógena en EE. UU. Esa prohibición se anunció antes de que se alcanzara el acuerdo comercial de Fase I y se firmara con China. Esta medida abría “de facto” la puerta del gran mercado chino a los productores norteamericanos, un paso especialmente relevante teniendo en cuenta el alto grado de proteccionismo de las autoridades chinas.

Luz verde para exportar pollo

Al mismo tiempo, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) anunció que el pollo doméstico chino podría exportarse a los Estados Unidos si los productos estaban completamente cocinados, lo que otorgaba a los productores asiáticos la posibilidad de entrar en el preciado mercado estadounidense. China veía como tras 15 años de esfuerzo y duras negociaciones, conseguía abrir una puerta completamente cerrada durante largo tiempo. Más que por una cuestión económica, el país asiático lo veía como una cuestión de «orgullo y principio”.

El mayor exportador

China es el segundo mayor productor de carne de pollo del mundo, solo detrás de Estados Unidos, y también el quinto mayor exportador del mundo. China ha deseado durante mucho tiempo el acceso al mercado estadounidense porque la demanda de carne de pollo en China y Estados Unidos se complementan entre sí, los consumidores chinos prefieren carne roja y pollo mientras los consumidores estadounidenses se decantan principalmente por la carne blanca.

Según datos estadísticos de Naciones Unidas, Estados Unidos es el país más carnívoro del planeta. En 2017, el consumo de carne alcanzó 124 kilogramos de carne de media per cápita, seguido por Australia (121 kilos) y Argentina (109 kilos). España con un consumo de 100 kgs de media por habitante es el país más carnívoro de Europa.

Guerra comercial por el dominio de las comunicaciones en el s. XXI

Quizás muchos no lo recordéis, pero fue Barack Obama, quién, a finales de 2011 desató la batalla contra «el ciberespionaje chino». Tras una investigación promovida por el Congreso estadounidense, se concluyó que tanto Huawei como ZTE suponían «una amenaza para la seguridad nacional» y, por esta razón, no podían suministrar redes a las operadoras del país.

Donald Trump siguió la línea y el 16 de mayo de 2019 prohibió vender los productos de Huawei en todo el territorio estadounidense.

La acusación se ha centrado, desde el primer momento, en que el fabricante chino diseña sus redes bajo las directrices del Gobierno y el Ejército comunista, creando capas ocultas que les permiten controlar o espiar las comunicaciones de los países en los que se implanta.

En un momento en el que va tomando forma la nueva red de telecomunicaciones de quinta generación, mucho más rápida y poderosa (5G), EEUU no quiere perder su hegemonía en un área tan importante como estratégica por el dominio de las comunicaciones del futuro, especialmente en referencia a Europa una parte muy relevante de la demanda. Huawei insiste en que no han identificado ningún riesgo externo y que sólo son acusaciones sin ninguna prueba.

5G y COVID-19

En redes sociales hay gente que afirman que las personas contraen el coronavirus porque la tecnología 5G debilita el sistema inmunitario. Pero según las investigaciones y pruebas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP), el 5G no es perjudicial para la salud y no causa ninguna enfermedad. Sin embargo, esta información dudosa se ha extendido rápidamente.

Tiempos del COVID-19

Con la pandemia del coronavirus ha surgido un nuevo escenario de confrontación entre ambas superpotencias que día a día lanzan declaraciones polémicas y teorías de conspiración. El país oriental dio el primer golpe, acusando al Ejército estadounidense de llevar la epidemia a Wuhan, pero pronto científicos norteamericanos les contestaron con la hipótesis de que el virus podría haberse originado en el Instituto de Virología de Wuhan y que éste se difundió por una negligencia humana.

Obviamente, estas acusaciones contra China han tenido eco en todo el mundo. Todos sospechan de China por el supuesto ocultamiento de información al inicio de la epidemia, especialmente, después de que se conociera el caso del médico Li Wenliang, quién fue silenciado por el régimen al tratar de alertar del brote de una nueva cepa, que finalmente terminó acabando con su vida. Mientras China rechaza todas estas acusaciones y insiste en que el virus se inició en el mercado de animales silvestres de Wuhan, en EEUU y Europa hay ciertas dudas sobre la versión del origen del virus. Lamentablemente, esa tensión puede escalar a un conflicto mayor.

Batalla política

Esa batalla política podría aumentarse durante la pandemia, porque ambos países están usando la situación para fortalecer su posición. EEUU acusa a China sin tener pruebas, lo que daña la imagen de este país frente todo el mundo. Mientras tanto, las autoridades chinas están siguiendo una estrategia de comunicación orientada a fortalecer su imagen como un país eficiente que colabora y ayuda a los demás.

Desde que lograron superar la crisis, China se ha dedicado a enviar ayudas a los países necesitados, compartir su modelo médico y sus equipos para combatir el virus en otros lugares del mundo. No sabemos cómo va a acabar esta crisis y qué consecuencias traerán, aunque se augura una dura batalla por la hegemonía económica mundial.

¿Sabías que…?

  • el 14 de abril, el presidente de EEUU suspende toda su aportación a la Organización Mundial de la Salud (OMS) por una mala gestión y el encubrimiento de la propagación del coronavirus.
  • China anunció una donación de 30 millones de dólares a la OMS tras haber donado ya 20 millones de dólares el 11 de marzo 2020 para apoyar la lucha global contra el Covid-19